Retos de una práctica a distancia: conexión y desconexión
Texto escrito para la mesa redonda "Retos de las prácticas a distancia", en el evento voces desde la pandemia.
Por: Sara Bromberg
Hola, buenas tardes a todos. Primero que nada quisiera agradecerle a Sandra por invitarme, por darme la oportunidad de contarles mi experiencia como alumna haciendo prácticas a distancia y por poder representar a los alumnos de nuestra carrera. Estoy muy agradecida de poder estar aquí y aprender de todos ustedes, que definitivamente nos enseñan mucho y contagian amor por nuestra profesión. Les voy a compartir algo que escribí.
Al pensar en los retos que he experimentado al cursar un semestre en modalidad a distancia, me vienen muchos a la mente. Me gustaría comenzar con dos palabras que considero resumen la experiencia que todos nosotros, aunque cada uno desde su lugar ha vivido. Estas son: conexión y desconexión. Partiendo de ahí les resumiré algunos de los obstáculos principales que hemos enfrentado.
Cuando Sandra me llamó y me invitó a este evento, sentí que por un lado sabría apalabrar y expresar mi experiencia para poder compartirla, pero por otro, sentí que no sabría por dónde empezar: un cúmulo de ideas, de emociones, de cambios que hemos vivido durante este año, y siendo estudiantes, el espacio escolar es de los más importantes… Así que bueno, intenté ordenarlos y ordenarme un poco para ir resignificando y comprendiendo.
En primer lugar están los retos que ocurren en todas las clases: la conexión inestable a internet, la falta de señal, el encontrar un lugar adecuado que permita aprender y prestar atención, entre otros. Así mismo, hablando de prácticas y por su naturaleza, existen otro tipo de dificultades mucho más profundas, porque no únicamente impactan en uno, sino que en el otro también.
Quisiera platicarles un poco cuál ha sido mi experiencia y ese sería otro reto sobre el que quisiera reflexionar. Cuando iba a prácticas presenciales y podía trabajar con los beneficiarios en persona, sentía una conexión muy fuerte con la carrera: me sentía muy motivada, involucrada, pudiendo integrar lo que veía en distintas materias con mi trabajo con la población.
Y con los problemas de conexión, que empiezan de manera más “superficial”, cortándose la señal o congelándose el video, además surgió en mí una sensación de desconexión. Y esto lo menciono al principio porque los retos posteriores están íntimamente ligados a esto, como si fuera una nube que engloba todo lo demás.
El segundo reto y otro elemento en esa nube es el duelo. Todas las pérdidas que hemos vivido durante este año… perdimos expectativas, ilusiones, planes. Perder las prácticas presenciales fue quizás lo que más me dolió a mí en el ámbito escolar, y por lo que he platicado con otros compañeros, asimismo sé que les dolió a ellos. Las prácticas nos daban una sensación de seguridad, de ir creciendo y poniendo en acción lo que vamos aprendiendo, irnos poco a poco sintiéndonos psicólogos…
Creo que dolió tanto por la experiencia que tuve en prácticas pasadas, por todo lo que me dieron y las herramientas que poco a poco me voy dando cuenta que obtuve. Al cursar un semestre a distancia y acercarme al final de la licenciatura, sentí una enorme gratitud a mis supervisoras: Myriam, Valentina, Ana Laura, Claudia, Zarina y Liat. También sentí una enorme gratitud hacia todos los beneficiarios con los que he tenido el privilegio de trabajar y todas las instituciones que nos han recibido con los brazos abiertos.
Parte del reto, entonces, es ajustar mis expectativas, pero igualmente dejar espacio a la sorpresa y permitirme confiar en que la experiencia puede ser significativa, aun siendo a distancia. Ahora, a punto de terminar el semestre lo puedo confirmar: la experiencia fue muy significativa y además de permitirme desarrollar herramientas clave para mi futuro profesional, como la flexibilidad, la capacidad de adaptación y la creatividad, me hizo darme cuenta de todo lo que ya sé y de que aunque todavía falta mucho camino por recorrer y mucho por aprender, ya llevo una parte del camino recorrido, y eso lo llevo conmigo.
Otros retos específicos que hemos vivido en las prácticas es la adaptación de las herramientas de trabajo, por ejemplo las pruebas que aplicamos y la modalidad en la que esto se hace. Al intentar buscar nuevos caminos, hemos tenido que recurrir a ideas que antes no hubiéramos pensado: meternos al espacio más intimo del otro, como su casa; conocer a sus familiares y su entorno; utilizar el chat, por ejemplo; tener que aprender a ser dinámicos y captar la atención del otro que se puede “desconectar” más fácilmente.
Un recurso que creo que era clave en las prácticas presenciales era el poder ver al otro, tener un mayor panorama de su lenguaje no verbal, poder ponerle cara a la persona con la que trabajamos y estamos formando un vínculo. Eso es mucho más complicado en la modalidad a distancia, pero como hemos podido observar, es posible y puede ser un trabajo muy significativo.
Por otro lado, en mi experiencia ha sido más difícil formar esa cohesión grupal y red de apoyo que suele formarse en los grupos de prácticas. En las supervisiones presenciales, la presencia de los otros, la mirada de una amiga, el poder platicar 5 minutos con alguien más en el inter entre la sesión y la supervisión nos permitía ir digiriendo lo que se había movido en la intervención con los beneficiarios. Era una especie de recordatorio: “lo que sientes es normal, no estás solo, lo que sientes también lo siento yo.”
Aunque tuve la experiencia de pertenecer a un grupo de prácticas este semestre en el que creo que formamos relaciones cercanas entre las alumnas que estábamos y sí fue fuente de contención, pareciera que es más difícil prestar atención al caso del otro, a la vivencia del otro y poder darle retroalimentación. La participación de los alumnos creo que ha cambiado por el acceso a más distractores: estar en casa, dar click y desconectarse, apagar la cámara, etc.
La relación con la supervisora además puede ser diferente que el vínculo que se forma cuando estamos cara a cara. Por suerte hay estrategias, que pude ver con mi supervisora, Liat, este semestre, que nos permiten sacarle un mayor provecho a la supervisión: aprender a priorizar, sintetizar, identificar qué tanta necesidad tenemos de supervisar y sobre todo, ir tejiendo entre todo el grupo, las posibles intervenciones que podemos seguir.
Los espacios entre salir de casa, manejar o transportarnos al escenario, llegar, preparar el espacio y el material, tener la sesión con el beneficiario, el breve descanso y luego la supervisión, daban un momento de respirar y elaborar. El regresar a la Universidad o a casa nos permitía descansar y dejar la práctica en la práctica. Esos espacios de transición hacen falta, pareciera que como todo sucede en el mismo lugar, a través de la misma pantalla, es más complicado pasar de un momento a otro, de un rol a otro. Aquí toma mucha importancia la práctica de autocuidado y de realizar actividades que nos permitan, aunque suene paradójico, “desconectar para poder conectar”.
Es importante mencionar que la situación extraordinaria que vivimos, la pandemia, obviamente permea en el trabajo que realizamos. Los estudiantes estamos más estresados, angustiados, cansados de pasar todo el tiempo frente a la pantalla. Los supervisores igualmente, dan clases en línea, así ven a sus pacientes y realizan sus otras actividades laborales, ellos también mudaron su trabajo a la dimensión virtual. Claramente los beneficiarios asimismo pasan gran parte de su vida laboral, escolar y personal así. Esta mezcla diferente, pero al mismo tiempo igual, puede ser un reto: la pandemia y sus consecuencias son la materia prima de esa nube que mencioné al principio.
Se puso a prueba nuestro compromiso y seriedad como alumnos con la carrera. Realizando prácticas a distancia toma otro peso que nos regulemos, que atendamos, que seamos puntuales, que seamos confiables y que recordemos qué es ser un psicólogo humano y ético. Este semestre logré organizarme mejor, aprendí algo totalmente desconocido sobre la marcha y reafirmé que muchas veces es necesario confiar para que las cosas salgan bien: sobre todo eso, que algo puede ir mejorando, así como los alumnos nos sentimos más capaces ahora que en marzo, creo que los supervisores también se adaptan con nosotros.
En fin, aunque no es lo mismo una práctica presencial que a distancia, y me encantaría que regresen, es importante que veamos todos los ángulos de cada una, tanto en lo que se parecen, como en lo que difieren. Sí, me he sentido desconectada, nos hemos sentido desconectados, pero también he y hemos encontrado nuevos caminos para conectar, para acompañarnos y para aprender.
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